RIVER PLATE SE FUE A LA B NACIONAL
NO PUDO CON BELGRANO DE CORDOBA QUE ASCENDIO A PRIMERA.
GRAVISIMOS INCIDENTES CON UN SALDO DE MAS DE 70 HERIDOS DENTRO Y FUERA DEL MONUMENTAL, QUE FUE CLAUSURADO.
PASSARELLA DIJO QUE VA A RESISTIR Y LO VAN A TENER QUE SACAR CON LOS PIES PARA ADELANTE.
26/6/11-River Plate sufrió esta tarde el golpe más fuerte de su vida, el primer descenso de su historia, al empatar en el estadio Monumental con Belgrano de Córdoba 1-1 en el partido revancha por una promoción entre la Primera División y la B Nacional, la segunda categoría del fútbol argentino.
El empate condenó al equipo de Núñez a la B por la caída sufrida en la ida, 2 a 0 en el Gigante del Barrio Alberdi, Córdoba.
Mariano Pavone puso en ventaja a River a los cinco minutos de la etapa inicial; Guillermo Farré empató a los 16m del complemento.
El propio Pavone tuvo la chance de darle a su equipo el triunfo parcial a los 24m del segundo tiempo, con un tiro penal que le atajó el arquero del equipo cordobés, Juan Carlos Olave.
El encuentro fue dado por terminado a los 44m del complemento por el árbitro Sergio Pezzotta a raíz de varios incidentes protagonizados por algunos hinchas de River en las tribunas.
Después de 110 años de historia, y como consecuencia de una serie de desaciertos institucionales y deportivos de los últimos años, River vive así su página más triste y oscura y deja solamente a Boca Juniors e Independiente como los únicos grandes argentinos que nunca cayeron de categoría en el fútbol nacional.
Hubo, los 90 minutos previos al desenlace, un partido puntual. El partido que debió atravesar River, sufrir River, padecer River. Con vaivenes emocionales, de la ilusión a la angustia, de la desesperación de la tristeza del final, resumida en las lágrimas de sus hinchas, que hoy colmaron, otra vez, el Monumental.
Y resumida en las lágrimas de sus propios jugadores y del técnico Juan José López, que se fueron de la cancha rodeados por guardias de la seguridad privada contratada por el club, insultados por la gente, protagonistas de este triste y solitario final.
El corazón de River, que se encendió apenas iniciados estos 90 minutos, se paralizó a los cuatro minutos, gol de César Pereyra bien anulado por Sergio Pezzotta (posición adelantada); y recibió una inyección de adrenalida 60 segundos después: Pavone recibió en el borde del área, giró ante la marca de dos rivales y sacó un derechazo seco, bajo, a la izquierda de Olave.
El 1 a 0, aun escaso, le restó algo de tensión al equipo de Juan José López y Belgrano aprovechó para sacarle la pelota, pero sin generar demasiado riesgo frente al arco de Carrizo.
Cuando la insuficiencia volvió a pesarle en el reloj, River se hizo dueño otra vez del partido. Y creó situaciones que pudieron darle la ventaja necesaria. Un mano a mano de Pavone que despejó Olave, un cabezazo posterior de Juan Manuel Díaz que se fue por arriba del travesaño, un zurdazo defectuoso de Caruso.
Y un penal, clarísimo, de Turús al propio Caruso que Pezzotta ignoró por completo. El árbitro, que había arrancado con acierto en la anulación del gol de Belgrano, sumó desde allí algunos errores notorios y apeló a las compensaciones: por no expulsar primero a Lollo (estaba amonestado y le hizo una fuerte falta a Lamela) no expulsó tampoco a Arano después, idéntica situación.
Igual que en el primer tiempo, River estuvo a un centímetro del abismo apenas iniciado el complemento, cuando el «Picante» Pereyra desperdició una chance clarísima para el empate. Y finalmente dio el paso hacia el vacío, a los 16m, cuando un error compartido entre Díaz y Ferrero permitió el tanto de Guillermo Farré.
La superioridad exhibida por River, más allá de su falta de eficacia para llegar con claridad hasta el arco de Olave, quedó entonces despedazada. Y fue peor a los 24, cuando el arquero de Belgrano se quedó con el último aliento de la ilusión local.
El penal desperdiciado por Pavone terminó de destruir el estado anímico de River, golpeado desde hace varios partidos. Después, ya no hubo reacción. Ni de los de adentro, ni los de afuera. Apenas gestos desesperados de sus jugadores, algunos llorando.
A esa altura, el partido que debió atravesar River, que debió sufrir River, que debió padecer River, era apenas un punto de una línea larga y oscura. Eso sí: un punto histórico. Quedaba, y queda todavía la infinita tristeza para los que River es una entre más pasiones, y la tragedia individual de los que sólo tienen River.
SINTESIS
River: Juan Pablo Carrizo; Jonatan Maidana, Alexis Ferrero y Juan Manuel Díaz; Facundo Affranchino, Walter Acevedo, Carlos Arano y Roberto Pereyra; Erik Lamela; Leandro Caruso y Mariano Pavone. DT: Juan José López.
Belgrano: Juan Carlos Olave; Gastón Turus, Luciano Lollo, Claudio Pérez y Cristin Tavio; César Mansanelli, Guillermo Farré, Ribair Rodríguez y Juan Maldonado; Franco Vázquez y César Pereyra. DT: Ricardo Zielinski.
RIVER A LA “B”
Soy de Boca. Sería incorrecto no decirlo y considero oportuno señalar desde que lugar hablo. También sería justo mencionar, que la última gota es la que llena el vaso de agua…, y en esa gota demoledora claudica la agonía y se ahoga la esperanza.
En muchas personas, decisiones y actitudes deberían recostarse las responsabilidades en estos casos; tal vez cuenten viejas rencillas de dirigentes, equivocaciones varias, inexperiencia de algunos, soberbia de otros, falta de estímulo, un arbitraje muy falto de ecuanimidad a mi escaso entender. En fin, lo cierto es que un gigante como River con una historia centenaria, para sorpresa de muchos se precipitó a la B.
Si bien solo aliento a los jugadores de otros equipos cuando juegan en la Selección Nacional, hoy, extrañamente, salté de la silla en un solo grito cuando Pavone hizo el primer gol. ¡Me emocioné, me entusiasmé, me ilusioné! Después, como los hinchas de River me quedé con las ganas gritar otros que nunca llegaron. Pero sí llegó la enorme tristeza de la gente, la bronca ante lo irremediable, las lágrimas instaladas en las miradas de cada uno. Y esas lágrimas me recordaron la imagen de J. J. López en el partido anterior cuando enfocaron sus inocultables ojos vidriosos, como una premonición…
El amor es un sentimiento que derriba fronteras, que nos hace humanos y nos mantiene vivos. A veces nos deja al borde de la inconsistencia o en el umbral de las desilusiones… Pero el amor a la camiseta es un camino de ida y de regreso que atraviesa el corazón del más osado.
Después de todo, así es la vida… ¡Fuerza, gallinas! Otra vez será.