Ricardo Prieto fue ordenado sacerdote en la Catedral de San Luis por Monseñor Gabriel Barba

El ahora sacerdote Ricardo Prieto, estuvo conviviendo hasta el año 2021 en la comunidad de Rawson, junto al padre Alejandro Gwerder, quién estaba a cargo de la Iglesia Inmaculada Concepción, dónde se dedicaba, entre otras tareas a la catequesis.

25/3/25- El diacono Ricardo Prieto, hizo suyos los versículos bíblicos “tu eres sacerdote para siempre”. Y es que, por imposición de las manos de , ayer por la mañana en la Iglesia Catedral de San Luis, recibió el sacramento del Orden Sacerdotal.

Ricardo tiene 39 años. Nació en Junín, provincia de Buenos Aires, el 15 de abril de 1985. Es el quinto de 8 hermanos. Creció con sus padres y sus abuelos maternos en las afueras de Junín, en una quinta donde se dedicaban a la producción de abejas reinas.

De niño fue al colegio parroquial San José. En el 2008 ingresó a la vida religiosa. Llegó a San Luis en el 2019 para completar los estudios teológicos en el Seminario San José y San Miguel Arcángel.

Fue ordenado diácono en agosto del 2023. Ese año estuvo sirviendo en la Parroquia Ntra. Sra. del Valle de la ciudad de San Luis y el año pasado en la Parroquia María Auxiliadora de Unión. En estos últimos meses, ha estado en el sur de la provincia, colaborando en los pueblos de Nueva Galia, Fortuna, Anchorena y Arizona.

En la ceremonia de su ordenación, participaron la mayoría de los sacerdotes de la diócesis. También tuvo la alegría de estar acompañado por sus familiares que llegaron desde Buenos Aires para compartir este momento tan importante en su vida.

En su homilía, monseñor Barba le deseó al padre Ricardo que esto sea el inicio de un fecundo Ministerio marcado por el servicio y la verdadera y profunda comunión con sus hermanos de esta Iglesia Particular de San Luis. “Que la Virgen del Rosario del Trono, desde hace siglos, Madre de este pueblo puntano, te proteja bajo su manto y te ayude a ser fiel al llamado y al Don que has recibido” culminó.

Al finalizar la santa misa, el obispo anunció que el padre Ricardo será vicario parroquial de las parroquias San José de Nueva Galia y Santa Rosa de Lima de la localidad de Unión.

Este es el texto completo de la homilía de Monseñor Gabriel Barba

Homilía

Ordenación Sacerdotal Ricardo Prieto

24 de marzo de 2025

Queridos hermanos:

Nos reúne en esta mañana de lunes una buena noticia para la Diócesis de San Luis: la ordenación sacerdotal de Ricardo Prieto quien luego de servir transitoria y ministerialmente como diácono, por la imposición de mis manos, recibe hoy la Gracia de seguir a Cristo sacerdote.

Como siempre digo, este nuevo orden supone al anterior y se apoya en él. No lo anula ni se termina. Se perfecciona con nuevos dones. Con un llamado particular y distinto que lo invita a configurarse cada día con Jesús maestro y servidor.

Vos Ricardo comenzaste un camino distinto en el que estas hoy.

Comenzaste buscando la vida Religiosa en un Instituto que ya no está y por esa misma razón la Providencia te ha ido llevando por nuevos caminos. De hecho, cuando yo te conocí eras Fray Ricardo. Hoy ya nadie te llama de ese modo. Y cada día más se acrecentará tu ser padre. ¡Así sea siempre…! Como algo nominal…, pero sobre todo, como reconocimiento de tu impronta como tal.

Cuando un seminarista llega al momento de su ordenación, le pido que elija las lecturas que iluminen su celebración y eso has hecho vos para este día.

Isaías, nos dice y quisiste que te diga… nos diga hoy:

“Él me envió a llevar la buena noticia a los pobres, a vendar los corazones heridos, a proclamar la liberación a los cautivos…” (Is 61, 1-3ª).

Un sacerdote debe ser siempre padre para todos, como al mismo tiempo… hermano de todos.

No es un detalle. Tendrás el envío para enseñar como maestro, pero nunca debemos olvidar lo que nos dice Jesús: “entre Uds. debe ser distinto” (Mt 20, 26-28). La función de enseñar la debemos ejercer desde la autoridad que tendrás como propia del orden, pero sin salir jamás de tu lugar a paridad con los demás. Sin dejar de ser hermano. No como quien se siente superior, sino como aquel que comparte el Don recibido y lo dispone a favor de sus hermanos.

La pobreza no se limita a lo material, por supuesto que eso significa mucho y no podemos ignorarla. Pero va más allá. Hay una pobreza que “no es proyecto de Dios”: la pobreza que corroe la dignidad, el valor de la persona, que lo doblega y destruye, en sus más variadas formas…

También hay una pobreza que es signo del Reino, la pobreza que es Don de Dios. Que nos habla de libertad frente a las cosas y nos posiciona por encima de los bienes materiales que nunca serán un fin en sí mismo y ni un objetivo absoluto. Solo instrumentos.

A los pobres del mundo… a los pobres que vayas encontrando en tus caminos, en las comunidades que tengas que servir, a ellos deberás llevar la Buena Noticia de la vida y de la esperanza. Es decir: compartir con ellos la alegría del Dios que nos ama… que los ama… que está con nosotros y que no ha venido para condenar sino para salvar.

Este anuncio lo deberás hacer presente con tu vida y también con tu predicación desde el seno más íntimo de la Iglesia.

Tu esencia sacerdotal nace de Cristo mismo y se manifiesta sacramentalmente desde la misma Iglesia. Nunca separado de ella.

En la Misa de ayer domingo, la primera lectura (Ex 3,1-8a.13-15) nos recordaba la presencia de la sarza ardiente que iluminaba y no se consumía y Dios que decía: descálzate porque estas pisando suelo sagrado. Esa imagen es un buen signo de la Iglesia, que está para iluminar y para vivir lo sagrado en medio del pueblo. Sin consumirse… es decir, sin gastarse con el tiempo. Miremos a la Iglesia de ese modo. Nos sobrarán ejemplos de errores y de pecados por parte de quienes somos parte de ella, sin embargo…, sigue navegando en el tiempo de la historia como testigo fiel de la Buena Noticia de Dios. Con nosotros… y pese a nosotros… se sigue haciendo Providente y manteniendo viva la llama del anuncio de la salvación.

Nos toca a nosotros crecer en fidelidad… buscar vivir las enseñanzas de Jesús desde este rico Magisterio que debe ser aggiornando en el modo de su anuncio día a día. Desde esta Tradición VIVA que no es una mera repetición de ritos pasados, sino que mantiene viva y presente la llama y el fuego del Espíritu en contra de cenizas muertas que no anuncian ni significan.

Debemos encarnar en este hoy y en este ahora, la Buena Noticia. Esa que si se anuncia desde los pobres entonces podrá llegar finalmente a todos. Porque nadie debe quedar afuera a esta invitación que Dios nos da por medio de Cristo Jesús nuestro Señor, que pagó el precio del amor infinito con su propia sangre. Esto mismo haremos memoria y celebraremos pronto en la Pascua.

Con la oración cotidiana…, con la celebración ferviente de los sacramentos…, con un caminar junto y en comunión con tus hermanos sacerdotes y con el Pueblo Fiel, podrás reavivar permanentemente este Don de Dios recibido por la imposición de mis manos. Como decía San Pablo en la Segunda Lectura de hoy (2 Tim 1, 6-14).

Una tentación latente que tenemos los sacerdotes es la de “cortarnos solos”. Nos sos vos… es la Iglesia… somos ministros de la Iglesia. No individuos solos ni aislados, por grandes dones que puedan llegar a tener. Si no se vive de ese modo… el camino no lleva a buen término, ni huele a Sagrado.

Para ser un buen Pastor, deberás siempre estar atento, cuidar, reconocer y servir a las ovejas que se te va encomendado. Un buen pastor, las reconoce por su nombre y ellas a él. Eso no falla. Se vive así o no…; en esto no hay matices. El amor a los demás deberá ser siempre tu viva a tención. Esto vale para todo cristiano, mucho más, para quienes han recibido el Orden Sagrado, es fundamental la experiencia de la Gracia. Es decir, de la GRATUIDAD de lo que nos viene de Dios. No es el esfuerzo y el mérito propio lo que nos lleva a la Salvación…, sino la aceptación entera y el encuentro personal con Cristo para que Él obre en nosotros. Si nuestra fe solo se basara en nuestros esfuerzos y méritos, pronto encontrará el límite de nuestras fuerzas.

Quiera Dios que puedas vivir esto vos primero para tenerlo ágil en tus manos y en tu corazón para hacerlo presente a tus hermanos a través de un Ministerio Fecundo.

En tu elección de lecturas… quisiste compartir el final del Evangelio de Juan donde Pedro recibe la triple pregunta de la Reconciliación con Cristo.

Por tres veces Jesús le dice: ¿me amas…? Y por tres veces le responde que sí. Sanando de ese modo la herida de la traición.

Porque Pedro lo traicionó y lo negó. Pedro debió sanar la herida de su pecado. Que no limitó el amor de Cristo hacia él, pero no hay reconciliación sin reconocimiento y no hay perdón sin arrepentimiento. Pese a la tristeza que le causó la triple pregunta… pasó por encima de ella para afianzar su tercera profesión positiva que lo lleva al abrazo final, reconciliado con su amigo y maestro.

El pecado de Pedro no borró ni anuló su llamada. Pero sí, fue necesaria la profunda reconciliación. No podía seguir como si nada hubiera pasado.

Necesitamos hoy vivir esto mismo porque, así como vamos creciendo en el conocimiento del llamado recibido, tenemos la certeza también de nuestro pecado, sobre el cual tenemos que trabajar, reconocer y reconciliar. Volviendo al camino y dejando de lado lo que no es de Dios.

Cuando digo que tenemos que vivir y construir una Iglesia VIVA y que sea CREÍBLE en su anuncio… supone esto que nos enseña en el Evangelio leído hoy. Una Iglesia que se construye desde la verdad, la transparencia y que no se detiene solo en el cuidado de las formas externas sino, nuestro anuncio se vacía de sentido y sin duda, no tocará los corazones invitando a la conversión.

Tu ordenación sacerdotal dará comienzo a un ejercicio del Ministerio enmarcado en una Iglesia que desde los últimos años viene haciendo un camino de escucha, buscando allí la voz del mismo Espíritu que nos marca un nuevo tiempo. A este camino le llamamos camino Sinodal. Lamentablemente algunos no pueden superar el prejuicio de lo que ello significa, sea por motivos diversos… y lo miran con desconfianza sin dar lugar ni en sus corazones y mucho menos en sus comunidades. Otros no terminan de comprender o, para ser más precisos aún, no terminamos de dimensionar el verdadero alcance de lo que esto significa.

Claramente es un llamado eclesial al que nos impulsa el Santo Padre, para convertir nuestras costumbres, formas y estructuras que no responden a lo que el Espíritu va suscitando hoy. Sin duda, es un fuerte llamado a la CONVERSIÓN ECLESIAL. Un llamado a construir nuevos caminos de participación y comunión. Donde todos tengan su propio lugar de protagonismo. Una Iglesia VIVA que cuida de cada uno de sus hijos y llama a no ser indiferentes sino, activos testigos del anuncio del Reino y constructores de la Iglesia, y no convocados solo a obedecer órdenes de lo que hay que hacer. Una Iglesia donde Pastores y Fieles tienen su lugar construyendo vida y comunidad desde la unidad fortalecida por la riqueza de la variedad de carismas. Digo todo esto… porque deseo firmemente Ricardo, que éste, tu comienzo de vida ministerial sea marcado por esta búsqueda a la que estamos impulsados desde la Universalidad de la Iglesia, a fin de ir abriendo nuevos caminos de escucha y participación donde el clericalismo vaya disminuyendo de verdad, fortaleciendo así, una Iglesia que se consolida con la participación responsable y activa de cada uno de sus miembros.

Finalmente…, recuerdo que estamos transitando el Año Jubilar siendo invitados a ser testigos de la Esperanza, en un mundo donde se repiten tantas sombras de muerte… como las guerras, las injusticas… la deshumanización… hagamos presente allí nuestra Esperanza, marcada en hechos y acciones que, aunque parezcan pequeñas, den lugar siempre a la vida que cuidamos y preservamos hoy, llamados a vivirlas con plenitud, junto a todos los santos en la Patria Celestial.

Querido Ricardo, te deseo que el día de hoy sea el inicio de un fecundo Ministerio marcado por el servicio y la verdadera y profunda comunión con tus hermanos de esta Iglesia Particular de San Luis. Que la Virgen del Rosario del Trono, desde hace siglos, Madre de este pueblo puntano, te proteja bajo su manto y te ayude a ser fiel al llamado y al Don que has recibido.

+ Mons. Gabriel Bernardo Barba

Obispo de San Luis

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