Reflexionemos, porque ninguna conquista es permanente║Nota Pedida
6/9/23- Este año cumplimos 40 años ininterrumpidos de Democracia, por primera vez en la historia de nuestro país. Un camino de numerosas luchas y formas de resistencia, con avances como el Juicio a las Juntas y retrocesos como las Leyes de Obediencia Debida y Punto Final; con el dolor de la traición y la llegada de los Indultos; y con más fuerza la resistencia, la organización, los nuevos mecanismos para construir Memoria, Verdad y Justicia que se iban haciendo lugar entre nosotros para quebrar los intentos de reconciliación.
Un camino de Madres y Abuelas, a las que les cantamos que las abrazamos pero son ellas a nosotros las que nos tienden siempre los brazos y nos guían; una llegada a las conquistas cuando con Néstor y Cristina le echamos tierra a las leyes de la impunidad y empezamos la verdadera construcción de reparación, enjuiciando a los genocidas, bajando los cuadros y pidiendo perdón en nombre del Estado, reivindicando a la generación maravillosa y a nuestros 30.000 compañeros y compañeras detenidos-desaparecidos. Una política de Estado firme e inclaudicable para fortalecer la Democracia -en mayúscula- en cada lugar y repudiar para siempre la dictadura cívico-militar, su plan sistemático de exterminio y la instauración de un modelo económico-financiero para la oligarquía argentina.
Una lucha con historia y rostros que nos permitieron durante 12 años no poner en cuestión que este sistema democrático, por supuesto perfectible, es el que queremos para poder vivir en paz y con derechos. Ese era el gran logro colectivo: haber construído un consenso social y político donde no había margen para que afloren los discursos que reivindiquen el Terrorismo de Estado.
Algo nos está pasando y es grave. Es doloroso, pero ante todo es grave, y viene desde hace poco tiempo más que lo que fueron estas últimas horas: que “el curro de los derechos humanos”, el intento del 2×1, cuestionar la cifra de los que aún buscamos, los genocidas volviendo por goteo a gozar de impunidad, el negacionismo agazapado, nuevamente la teoría de los dos demonios y varios episodios más que precedieron a donde estamos hoy, con una reivindicación directamente abierta al terrorismo de Estado por parte de una candidata a Vicepresidenta de la Nación, una pasillera visitadora carcelaria de genocidas, violadores, torturadores y asesinos que destruyeron un país y a cientos de miles de familias.
No sin sorpresa veo también que hay quienes opinan al respecto de manera meticulosa pero adoptando también una posición deleznable, llamando a esta reivindicación del terrorismo de Estado un “revisionismo histórico”. En primer término, desconociendo totalmente lo que para nuestra historia, la historia argentina, significa el revisionismo histórico, una corriente historiográfica que aportó nuevas miradas y debates acerca de los sucesos nacionales desde aquella versión única de Bartolomé Mitre.
Pero además, debo decir, que ante la defensa de las torturas, las desapariciones, los abusos, los secuestros, el robo de bebés y los asesinatos no hay revisionismo posible. Esa postura, que esconde cierta neutralidad en este tema que nos atraviesa como Nación y sigue siendo una herida abierta para nuestra democracia, no es más que un pedido encubierto de aceptación de esa Teoría de los Dos Demonios.
Hemos sabido ser pioneros y ejemplos en el Mundo. Siempre me contentó más saber que algo de calma y consuelo había llegado a este pueblo argentino porque hubo una ciudadanía y un Estado que construyó Memoria, Verdad y Justicia, y que en esa resignificación de nuestra historia algo mejor estábamos construyendo en nuestro presente y dejando hacia el futuro. Reflexionemos, porque ninguna conquista es permanente.
Julieta Garello
Concejala de Unión por la Patria