A 40 AÑOS DE LA MASACRE DE LOS CURAS POLOTINOS

La congregación pide que se identifique a los autores. Se presentará como querellante en la causa judicial.

Una de las misas realizadas en la Iglesia de San Patricio para recordar a los padres Alfredo Leaden, Pedro Dufau, Alfredo Kelly y los seminaristas Salvador Barbeito y Emilio Barletti asesinados en la llamada "Masacre de los Palotinos" durante la dictadura militar. Foto: Télam - TELAM
Una de las misas realizadas en la Iglesia de San Patricio para recordar a los padres Alfredo Leaden, Pedro Dufau, Alfredo Kelly y los seminaristas Salvador Barbeito y Emilio Barletti asesinados en la llamada «Masacre de los Palotinos» durante la dictadura militar. Foto: Télam

4/7/16- En la fría mañana del 4 de julio de 1976 el joven organista Rolando Savino, de 16 años, se encontró con un horror que no podía creer que fuese cierto: tres sacerdotes y dos seminaristas palotinos yacían acribillados en el salón comunitario de la iglesia de San Patricio, en el barrio porteño de Belgrano R. De hecho, durante más de 10 minutos no pudo reaccionar: pensaba que lo que estaba viviendo no era real, que era una pesadilla. Pero estaba en presencia de la mayor matanza contra religiosos cometida por la represión ilegal de la última dictadura, que comenzaba a mostrar toda su ferocidad.

A cuatro décadas de lo que pasó a la historia como la Masacre de San Patricio, que se cumplen hoy, la congregación de los padres palotinos anunció que decidió presentarse como querellante en la causa para saber quiénes fueron los autores y hacer justicia.

Ya en 2005, el entonces arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Bergoglio, había autorizado el comienzo el proceso eclesiástico para determinar si los cinco religiosos fueron asesinados por su compromiso con su fe y, en tal caso, deberían ser considerados mártires, lo cual llevaría a que sean declarados beatos.

Fue en respuesta a un anhelo de la congregación de los padres palotinos, que desde hace años vienen recopilando testimonios y montañas de documentos para apuntalar la causa de canonización que podría convertir a sus compañeros en las primeras víctimas religiosas de la dictadura en llegar a los altares.

Aunque también ya se inició la causa del obispo de La Rioja, monseñor Enrique Angelelli, asesinado un mes después, y por cuyo hecho la justicia condenó en 2014 al general Luciano Menéndez y al comodoro Luis Estrella.

El anuncio de la decisión de recurrir a la justicia –posibilitada por la reapertura de los juicios por violaciones a los derechos humanos- fue hecho durante una rueda de prensa que dieron el Provincial de Irlanda (donde nació la comunidad), padre Jeremías Murphy; el postulador y el vicepostulador de la causa, padre Juan Velasco y Francisco Chirichella; la coordinadora del archivo María Inés Galmarini de Ferrando; el padre Rodolfo Capalozza, quien se salvó de ser una de las víctimas, ya que por entonces era seminarista y –si bien había ido al cine con los otros dos compañeros seminaristas que serían asesinados- decidió ir a dormir en la casa de su madre. Y Savino, que volvió a revivir aquel día cuando, como cada domingo, llegó a la iglesia para tocar el órgano en la misa de ocho y la encontró cerrada y con los fieles comenzaban a llegar.

Después de dar unas vueltas en torno al templo, se trepó a una ventana y desde allí alcanzó a ver tirados en un charco de sangre a los sacerdotes Alfredo Leaden, de 57 años; Pedro Duffau, de 65; Alfredo Kelly, de 40, y los seminaristas Salvador Barbeito, de 29 y Emilio Barletti, de 25. Los curas habían sido sorprendidos mientras dormían. Los religiosos fueron atados y brutalmente golpeados. Luego, fusilados por la espalda. Algunos recibieron hasta 60 balazos. Antes de irse, los atacantes escribieron con tiza: “Por los camaradas dinamitados en Seguridad Federal. Venceremos. Viva la Patria”, en alusión al atentado en dependencias de la Policía Federal. Y “Estos zurdos murieron por ser adoctrinadores de mentes vírgenes y son M.S.T.M. (Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo)”.

Desde entonces, la comunidad palotina inició un tortuoso camino para llegar a la verdad y la justicia –cree que los verdugos fueron un grupo de tareas de la ESMA-, con una causa que fue obstaculizada y hasta sufrió la misteriosa desaparición de una bolsa con los casquetes de las balas. Además, extrañamente, dos personas habrían ido al Vaticano a pedir no ser excomulgadas por el hecho. La próxima apertura de los archivos vaticanos de la época de la dictadura, dispuesta por Francisco, acaso arroje luz.
Fuente: clarin.com.ar

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